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La Buena Noticia del perdón

Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz


Se van a cumplir veinticinco años del 11-S, la masacre en las Torres Gemelas de Nueva York; se han cumplido más de treinta años del conflicto de los Balcanes. Más de veinte años del atentado de Atocha. Cada día nos despertamos con antiguos y nuevos enfrentamientos, conflictos y guerras: Ucrania, Gaza, Afganistán, Etiopía, Sudán, El Salvador… Violencia destructora por todos lados. Cuando Juan Pablo II siendo Papa pudo visitar la antigua Yugoslavia, partida en mil pedazos, nos dejó estas palabras: “El instinto de venganza debe dejar paso a la fuerza liberadora del perdón” (aeropuerto de Sarajevo, 12-Abril-97). “Para que sea estable entre tanta sangre y odio, el edificio de la paz deberá apoyarse sobre el coraje del perdón. Es imprescindible pedir perdón y perdona.” (a los líderes políticos de Bosnia-Herzegovina, 13-abril-97).


Si en la Eucaristía de hoy pudieran recogerse en una bandeja todos los odios, los sentimientos encontrados, las venganzas y recelos... el espectáculo sería impresionante. No es fácil liberarse de tal tendencia, pero tampoco es hora de acusar. Es momento de proclamar con gran fuerza la Buena Noticia del Perdón: Dios ama a esta humanidad pecadora y violenta, y cada uno de nosotros cuenta con el Amor del Padre, sea cual fuere la deuda de sus delitos. Noticia, porque es mensaje original y realidad nueva que irrumpe cada día. Buena, porque libera al hombre de complejos de culpabilidad y genera condiciones para que una corriente de aire puro penetre esta atmósfera humana envenenada de violencia. Perdonar no anula el dolor, pero evita caer en odio y en afán de venganza. Pedir perdón no elimina el remordimiento, pero saca de la amargura y lo convierte en estímulo moral positivo. Perdonar y pedir perdón exige enorme humildad. El perdón tiene su propia dinámica: es gratuito, nace de la misericordia de Dios, que es siempre amor regenerador del ser humano. Su aceptación y su disfrute se verifican en la capacidad de perdonar que aporta. Somos cristianos porque existe el perdón; es más, somos cristianos porque Dios nos ha perdonado.


Si proclamáramos las lecturas de hoy, Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, los textos nos hablarían de perdón y misericordia. Pero es que hoy, día 14, se convierte en Solemnidad litúrgica al coincidir el domingo con la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Y nada mejor para mostrar el perdón, la misericordia, y el amor de Dios por nosotros, en Jesucristo, que la cruz. Hasta Cristo, la cruz era signo de maldición y muerte. Después de Jesucristo es signo de vida y de salvación. La cruz es el “cayado” que nos guía por las sendas de la verdad y de la justicia. Hoy la Iglesia nos invita a contemplar en silencio el Misterio de la Cruz Redentora, a configurarnos con ella y adorarla con fe y amor, porque ella nos salva. Os dejo, a modo de oración, este bellísimo texto de Melitón de Sardes en una Homilía para la noche de Pascua: “La cruz gloriosa del Señor resucitado es el árbol de la salvación; en él yo me nutro; en él me deleito, en sus raíces crezco, en sus ramas yo me extiendo…. Lecho de amor donde nos ha desposado el Señor… Árbol de vida eterna, misterio del universo, columna de la tierra. Tu cima toca el cielo y en tus brazos abiertos brilla el amor de Dios”.

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