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¿Por qué sigo aún en la Iglesia Católica tras la crisis de los abusos? Parte 1

Seguir siendo católico tras la crisis de los abusos sexuales, de poder y conciencia


Ante la gran crisis interna que sufre la Iglesia con el escándalo de los abusos sexuales, de una magnitud todavía inimaginable, no son pocos los que la han abandonado queriendo vivir un cristianismo sin iglesia; un “cristo” que no esté mediado por ninguna institución que aparezca como contraejemplo de lo que enseña y anuncia. Otros, sin embargo, se resignan a abandonar y permanecen en la Iglesia con una cierta actitud de desencanto doloroso y sospecha, de complejo y vergüenza ante los escándalos que continuamente salen a la palestra pública y que no hacen sino aumentar su paralizante resignación. De igual modo, también hay que advertir que no son pocos los que, quizá desde una actitud defensiva y a veces ciega, prefieren mirar atrás soñando con aisladas reminiscencias de lo que fue la Iglesia en tiempos pasados; la añorada nostalgia se convierte así en una especie de analgésico ante la supurante herida del presente.


Ciertamente, entre estos extremos también se encuentran de modo casi silenciado los católicos que realizan la verdadera misión de la Iglesia: que viven “la adoración y la paciencia de la vida cotidiana bajo la palabra de Dios”. Efectivamente esta Iglesia, “aunque real queda profundamente escondida a las maniobras de los hombres” 1️⃣.


Lo que en la actualidad tiene mucho más eco y resonancia mediática es otro enfoque bien distinto. Quizá, junto a otros factores de tipo ideológico, esta gran crisis parece propiciar algo mucho más grave, el que muchos católicos duden, desconfíen y ya no crean en la grandeza y misión para la que vive la Iglesia. Como consecuencia de ello, a nivel generalizado se percibe un desorbitado intento de mostrar -a veces de modo caricaturesco- un rostro más afable, contemporáneo y simpático de la Iglesia evitando hablar o silenciando temas que puedan ser controvertidos o molestos al pensamiento dominante; en su lugar,se opta, a veces casi de modo exasperante, sobre temáticas que nada o poco tienen que ver con la salvación eterna. Se espera transformar así la vieja y controvertida Iglesia en lo que debe ser la nueva iglesia; una iglesia moderna y actual, basada en el consenso de las mayorías, en la que todos puedan participar en lo que se pone y se quita a modo humano; donde el criterio de orientación viene determinado por la sociología y las ciencias modernas ante las que solo cabe una rendición total.


Digamos que aquella traición criminal (la de los abusos) junto a esta actitud miedosa y complaciente al mundo es la que lleva a muchos católicos decepcionados a preguntarse qué valor tiene hoy el seguir permaneciendo “aún” en la Iglesia Católica. En palabras de J. Ratzinger: “estos tienen la impresión de que la iglesia está a punto de traicionar su especificidad, de venderse a la moda del tiempo y de este modo perder su alma. Están desilusionados como el amante traicionado y por eso piensan seriamente en volverle la espalda” 2️⃣.


El objeto de estas reflexiones que llevaremos a cabo en esta sección parte de una solicitud sacerdotal y pastoral de dar respuesta a las serias y fundadas resistencias que tienen no pocos católicos en seguir siéndolo tras la crisis de los abusos sexuales de conciencia y poder. Una crisis sin precedentes que ha azotado a toda la Iglesia; en palabras de A. Cencini se trata “verdaderamente de un tsunami universal, ‘católico’ en su sentido plenamente literal” 3️⃣. Es un fenómeno que ha afectado a la Iglesia entera, tanto en su extensión geográfica como en su extensión a los distintos grados y niveles de los eclesiásticos implicados. La magnitud y destrozo de este fenómeno es tal que Benedicto XVI escribió afirmando que los que se habían manchado con tales culpas habían “oscurecido la luz del Evangelio hasta un punto al que nunca se había llegado ni tras siglos de persecuciones” 4️⃣.


Esta crisis no sólo afecta a los laicos que se debaten buscando con muy buena voluntad razones y argumentos para justificar su permanencia en la Iglesia católica, sino que afecta de forma más profunda, a sacerdotes y consagrados quienes se ven obligados a cargar sobre sus frágiles hombros con fardos muy pesados, con culpas y crímenes que no han cometido. Se genera así un gran conflicto en el ministerio ordenado, quien por un lado ha sido constituido ante la comunidad como padre y pastor (con todo lo que implica la relación de confianza paternofilial), pero por otro, sin quererlo ni buscarlo debe cargar con el duro peso de la sospecha y desconfianza social (y no pocas veces eclesial) que le hace tener que demostrar constantemente su inocencia y rectitud de intención: “hemos dejado de tener la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario para tener que estar demostrando continuamente que somos inocentes ante la mirada suspicaz y acusadora de muchos” 5️⃣.


En estas reflexiones nuestro cometido no será el centrarnos, al menos de momento, sobre cómo debe proceder la Iglesia a nivel de intervención y prevención ante la plaga de los abusos, esto nos parece algo esencial y urgente pero incomprensible sin una reflexión previa acerca de la naturaleza de la Iglesia misma 6️⃣. Lo que queremos abordar aquí es el por qué permanecer aún así, ante este panorama, en la Iglesia Católica. Sin este primer paso dudamos de que el segundo dé todo el fruto al que está llamado.


A nivel metodológico seguiremos en gran parte la conferencia que pronunció el joven teólogo Joseph Ratzinger: ¿Por qué permanezco en la Iglesia? en 1971. Cierto es que han pasado más de cinco décadas de aquellas reflexiones, pero constatamos inmediatamente que, aunque la sociedad es distinta hay dos cosas que no han cambiado, por un lado, el misterio de la Iglesia y por otro, el misterio del hombre.


Antes de avanzar, volvemos al punto inicial ¿qué hay en la Iglesia católica, aún hoy -en medio de esta crisis- que justifique la permanencia en ella?



P. Pedro García Casas

Sacerdote, Doctor en Filosofía, Licenciado en Teología del Matrimonio y la Familia,

Licenciado in Safeguarding of Minors, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 2020.

 

1️⃣ Joseph Ratzinger, ¿Por qué permanezco en la Iglesia?, Sígueme, Salamanca, 2005. 71.

2️⃣ Ibid., 69.

3️⃣ Amadeo Cencini, ¿Ha cambiado algo en la Iglesia después de los escándalos sexuales?, Sígueme, Salamanca, 2016. 21.

4️⃣ Benedicto XVI, Carta pastoral a los católicos de Irlanda, 19 de marzo de 2010, 4.

5️⃣ Testimonio de Paul, sacerdote de la Diócesis de Down and Connor, Belfast, 2018.

6️⃣ La cual reclama también una antropología adecuada que tenga en cuenta el estado de la naturaleza humana caída, redimida en Cristo y llamada a la glorificación.

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