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Amar sin medida

Solemnidad del Corpus Christi – Ciclo B


Hoy es un día “grande” para la Iglesia y para el mundo: hacemos presente la donación “por amor” de Dios -en Jesucristo- en favor de los hombres. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). Quien participa de este amor, quien come de este “Pan de Vida” -“Tomad, comed, es mi cuerpo… Tomad, bebed, ésta es mi sangre…”- tiene en sí la misma vida de Cristo, y puede, en consecuencia, amar del mismo modo; es decir, puede entregarse -por amor y en totalidad- al servicio de aquellos hermanos más necesitados, los últimos, los desheredados, los tristes, los abandonados…


San Juan Crisóstomo, en el siglo IV, tomando como base el texto de San Mateo donde Cristo se identifica con todo hombre, especialmente con el más pobre, indefenso y débil (Mt 25, 31ss), nos dejó esta rotunda afirmación: “El altar que hemos honrado y sobre el que se ha posado el cuerpo de Cristo lo podemos encontrar por todas partes, en todas las calles, en todas las plazas, y puedes ofrecer sobre él mismo un verdadero sacrificio. Lo mismo que el sacerdote, en pie sobre el altar, invoca al Espíritu Santo, hazlo tú también sobre el altar del pobre, no con palabras sino con hechos, porque no hay nada que atraiga y alimente más el fuego del Espíritu como la abundante efusión de la caridad”.


Y Benedicto XVI afirmó en su encíclica “Deus caritas est”: “La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús... así, una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma”.


Parece pues innecesario explicar por qué hoy, Solemnidad del Corpus Christi, es también el Día de la Caridad. En la Eucaristía -misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo- hacemos presente el don del amor gratuito de Dios a la humanidad, la entrega de Cristo por cada hombre, su donación, la Alianza Nueva para el perdón de los pecados.  Del igual modo, en el ejercicio de la Caridad, no se trata de “dar”, sino de “darse”. Nos lo han recordado los últimos Papas al decirnos que “quien da” de lo que tiene puede buscar “otro interés” o “quedarse fuera” del hecho en sí, pero “quien se da” se implica, participa, hace propio el dolor o el gozo del hermano, y llega a la raíz de su ser persona, porque cada uno de nosotros fuimos “creados para amar y para el amor, a imagen y semejanza del Creador”.


Nada hay que nos haga más feliz como el hecho de amar. Todos sabemos que una comida, un dulce o cualquier otra obra hecha “con amor” sabe mucho mejor, porque participa de una perfección mucho mayor.


Día de la Caridad. La caridad en la Iglesia la ejerces tú, y lo que no hagas tú se quedará sin hacer. No desoigas hoy esta llamada: ¡Cáritas, tu parroquia, tus hermanos, los de cerca, y los de lejos…te necesitan! Porque como dice el lema de este año: “Allí donde nos necesitas, abrimos caminos a la esperanza”.


Hermano… ¡Feliz día del Amor!, ¡Feliz día del Corpus!

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