El poder de la oración
- Luis Emilio Pascual Molina
- hace 5 días
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Domingo XVII del Tiempo Ordinario - Ciclo C
¿La oración?, pero ¡si no ya está de moda la oración! Y, ¿qué oración?, porque hay muchos tipos y modos... ¿Sirve para algo? ¿Es un refugio o simple tranquilizante?, ¿es una obligación?, ¿oramos asiduamente? Hay personas que no han orado nunca, otros consideran la oración como una pérdida de tiempo -algo inútil-. Pero no faltan quienes la aprecian y la consideran el primer valor en su vida. ¿Y mi oración? ¿Es monótona, repetitiva, rutinaria, o por el contrario es personal, confiada, coloquial, original? Y por otro lado… ¿es difícil orar? “Señor, enséñanos a orar…”, le pidieron los discípulos a Jesús, y éste les regaló el Padrenuestro como modelo de oración, y les invitó a pedir con insistencia, oportuna o importunamente, y a ser constantes, confiados en que Dios en su infinita misericordia escucha siempre: “Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?”. Por tanto: “Pedid… buscad… llamad…”.
Es necesario enseñar a orar. Es imprescindible, para nuestro mundo de hoy, recuperar el gusto por la oración.
En los Campamentos de Verano, desde hace 50 años (desde 1975: al inicio fue final de Catequesis, luego Campamento Junior, y desde 1986 Campamento Dynamis), cientos de niños y adolescentes, junto a sus monitores, disfrutan de la naturaleza, de actividades lúdicas y festivas, pero también es primordial la oración al inicio y al final del día -les llamamos Buenos días y Buenas noches a estos momentos-; y escuchamos la Palabra de Dios, para que oriente nuestros pasos cada día, y celebramos la Eucaristía varios de esos días, y tenemos también una Celebración Penitencial. Y todo ello porque sabemos que Dios habla en la oración, y nos alimenta en el banquete fraterno y en su Palabra. Estos niños y jóvenes saben orar, saben rezar, y saben que ante el poder de la oración no hay poder humano que resista o venza. Y disfrutan, como muchos no pueden imaginar. Y cuando oran… a veces bendicen, otras dan gracias, otras suplican o claman, otras -como Abraham o Moisés- interceden, pero siempre se sienten amados de Dios. Estos niños y jóvenes saben que la oración no cambia a Dios -no se reza para eso- pero sí cambia a quien ora. Orad también vosotros por ellos, que sigan en la amistad con Jesucristo. Del 10 al 16 de agosto, celebraremos -D.m.- el Campamento nº 43.
Toda oración nace como respuesta a la amistad. Ya Santa Teresa decía que “orar es hablar de amor con aquel que sabes que te ama”. Es preciso tener conciencia de que somos “hijos” y nos dirigimos al “Padre”. De ahí que quien reza el Padrenuestro siente la exigencia de vivir con un nuevo estilo: en fraternidad.
Pero para orar es imprescindible la humildad. “Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza”, dice Abraham. Es el necesitado, que jamás hubiera osado hablar confiadamente con Dios si no hubiera conocido su Paternidad; pero... “fiel a la recomendación de Jesús, y siguiendo su divina enseñanza se atreve a decir: ¡Padre Nuestro!”. ¡Padre!... la palabra esencial que todo lo resume. ¡Qué confianza!
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