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¿Quién es Jesús?

Y todos nos callamos, porque en este mundo consumista y muchas veces inhumano, no cabe hablar de un tipo que revolucionó la historia amando y sin apego a nada, no “queda bien”, no pega.


Ahora sabemos más que nunca, o eso creemos, y nos empeñamos en vivir deprisa e intensamente, dando un nuevo sentido a todo, a experiencias, a la historia, a las relaciones, a palabras como “amor”, “solidaridad”, “justicia”..., y se nos llena la boca de tantas cosas, pero las manos están paradas y el corazón vacío.


Y a pesar de saber de todo, tener todo a mano, poder consumir todo, entender de todo, nuestros jóvenes están tristes (aumentan los suicidios), nuestros mayores están solos y los “de enmedio” viven para trabajar y poder “estar”en este mundo cada vez más complicado de transitar.


Esta frase: “conocer a Jesús me cambió la vida” queda muy rara si la decimos hoy, porque Jesús no se quiere conocer, no se quiere ver, y lo que es peor, se pretende esconder. Pero bueno, visto que estoy hablando de él: ¿En qué te cambió la vida, Carmen?


Pues eso es lo que vengo a contarte hoy. Y ya de pensarlo me sale una sonrisa en la cara y el corazón me empieza a palpitar. A los que estáis en la universidad, que estáis en esa plenitud física, con energía, con sueños, con la vida por delante… Os diría mi frase de siempre: “si queréis emociones fuertes, de las de verdad, buscad a Jesús, fiaros de Dios y empezaréis a vivir la aventura de vuestra existencia”.


Eso es lo que me pasó a mí, y desde que tengo conciencia de ese encuentro con Jesús, mi vida ha sido (y sigue siendo) una película en la que yo soy la protagonista (por la libertad) y en la que nada está escrito, todo se hace nuevo en esa búsqueda de la voluntad de Dios que va más allá de mi persona.


La vida no es lo que nos ponen delante de los ojos, hay otra dimensión que es la que da plenitud, la que da respuesta, la que ayuda a sentir de verdad, ¡No os conforméis! Seguid vuestro instinto, escuchad lo que se oye sólo dentro de vosotros si conseguís hacer silencio. Y sobre todo, no os rindáis.


Bueno, no he dicho nada de mí. Soy laica misionera comboniana (qué nombre tan raro, ¿verdad?) pues “traduciendo” soy una persona que se enamoró de Jesús y que encontró su grupo en unos “locos” que pretenden tener a los últimos de la tierra como referente y con un lugar privilegiado en nuestras vidas y nuestros corazones. Somos personas “normales”, trabajamos, nos casamos, tenemos familia, y nos juntamos mensualmente para rezar, formarnos y hablar de la misión y de nuestros compañeros que están trabajando en otras partes del mundo.


Yo tuve la suerte de vivir durante tres años en Uganda, compartiendo vida con la tribu Acholi con la que me sentí acogida y plena. Fueron años de constatar el valor de la cotidianeidad, de lo necesario, de lo sencillo, y darme cuenta de una forma muy dura qué diferente es la vida dependiendo del lugar en el que hayas nacido.


No somos más listos, ni más guapos, ni más buenos, no sabemos por qué unos nacen aquí y otros nacen allá. Pero no es mérito nuestro, no nos lo merecemos, es un misterio, un regalo…..y con esa humildad y responsabilidad para con los hermanos, deberíamos vivir los cristianos.


Estando allí le pedía a Dios (entre otras muchas cosas) que no se me olvidara nunca “África”, que no volviera a mi vida y dejara de lado la realidad y las injusticias que sufren diariamente millones de personas.


Así que, en eso, me cambió y espero que me cambie cada día, mi encuentro con Jesús. Vivo con opciones personales que me ayudan a acercarme a los últimos (he podido estudiar y cambiar de profesión para dedicarme a lo social), busco a gente que viva los valores del Evangelio y con quien compartir experiencia y decisiones vitales. Somos una familia abierta a la acogida de niños (ya hemos tenido esa experiencia de manera temporal, y ahora queremos de manera permanente). Queremos hacer un camino que nos ayude a desapegarnos de las cosas, del consumo de lo innecesario, de lo que el mundo te dice que necesitas. Intentamos vivir agradeciendo cada día lo que somos, lo que tenemos, cuidamos mucho el no desperdiciar, el no tirar alimentos, en aprovechar al máximo el agua.


Rezamos en familia, leemos el Evangelio, recordamos esas palabras, actuaciones, momentos que a mi me siguen sorprendiendo de Jesús. Como siempre digo…….si me presentan a alguien mejor que él, ¡me cambio! Pero sé que es imposible encontrar a nadie que se haga el último, que no juzgue, que acoja, que cuente con todos y que ame hasta el extremo como hizo él.


Y por cierto, para hablar de Jesús siempre estoy disponible.


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