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Foto del escritorFrancisco Javier Tomás Rico

Creo en el perdón de los pecados

Durante la última Semana Santa vimos por nuestros pueblos y ciudades marchar crucifijos entronizados y hermosamente tallados que anunciaban la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Pero, más allá de la madera, esas cruces dan a conocer una muy grande noticia. El significado que esconde la cruz para los cristianos no es otro que el perdón de los pecados, el sacrificio del mismo Hijo de Dios por todos nosotros, por amor.

 

Así pues, el perdón se convierte en algo muy importante en la religión cristiana. Mirado desde la perspectiva de la psicología, perdonar a alguien es, simplemente, aceptar la conducta del otro, es decir, entender las causas de por qué esa persona ha podido herirte. Sin embargo, para los cristianos, el perdón es un acto de misericordia. Esto último viene a ser un acto de amor hacia el prójimo y apiadamiento hacia sus imperfecciones, pues, Dios sabe bien que los humanos no somos perfectos y nos equivocamos, pero, su amor hacia nosotros es tan grande que nos perdona incondicionalmente de lo que hayamos hecho. Y, la actitud del cristiano es seguir su ejemplo.

 

También, se ha dicho que la base cristiana, más teologal, del perdón es con el objetivo de la no consecución de los males en el mundo. Es decir, si somos atacados y contraatacamos, lo único que estamos provocando es la continuación del Mal en el mundo y, sobre todo, en nuestras vidas. Si queremos gozar de la Gracia y el Amor de Jesús, es importante no guardar odio ni rencor en el corazón y, al igual que el Padre, saber perdonar, ¡un acto de misericordia! Ya lo dice Jesús en el Evangelio: “Amad a vuestros enemigos” o “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. El Evangelio está lleno de citas de Jesús hablando de la misericordia y el perdón divinos y cómo son necesarios aplicarlos en nuestro mundo si queremos alcanzar la paz.

 

En conclusión, si la Pasión de Jesucristo es tan importante es porque es el acontecimiento en el que Jesús, hecho hombre, se sacrifica por todos los pecados cometidos por nosotros. Incluso ya en cruz, sus palabras son de amor y cariño: “Perdónalos Padre, porque no saben lo que hacen”. De hecho, como dato curioso, en la misma cruz, después de ser torturado y hostigado, perdonó allí mismo a un ladrón que se encontraba crucificado junto a Él. Con esto, podemos observar la inmensa misericordia y el amor que Dios tiene hacia nosotros. Se puede suponer que lo que dice San Pablo está muy relacionado y es muy cierto: “No te dejes vencer por el mal, antes, vence al mal con el bien”.

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