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Primer anuncio para la universidad

Me proponen que escriba unas líneas sobre un tema que en nuestra Iglesia es de “rabiosa actualidad”: El primer anuncio.


Bueno, a los anuncios estamos muy acostumbrados. Los anuncios tratan de llamar nuestra atención, presentándonos las bondades de un determinado producto, con el fin de que sintamos la necesidad de adquirirlo, sintamos que sin ese producto, algo falta a nuestra vida y entonces sintamos la urgencia de consumirlo, para sentirnos un poco más completos.


Hoy más que nunca tenemos urgencia de volver al Kerigma, al primer anuncio. Cuando en la Iglesia hablamos de primer anuncio ¿de qué estamos hablando? El papa Francisco nos lo recuerda en el número 164 de su Exhortación “Evangelii Gaudium”: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte. Cuando a este primer anuncio se le llama “primero” eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis, en todas sus etapas y momentos”.


Hoy no se puede dar por sentado que los jóvenes hayan tenido un encuentro personal con Jesucristo que les haya llevado a ser auténticos discípulos. No podemos presuponer que viven enraizados en la Palabra y alimentados adecuadamente por los sacramentos. Además, sabemos que muchos nunca han tenido ningún tipo de contacto ni con el Evangelio, ni con la Iglesia, nunca se les ha educado en la fe. Por ello se hace necesario y urgente proponer el primer anuncio y los procesos adecuados que les hagan asumir un itinerario de crecimiento en la fe, que a su vez, les lleve a ser auténticos evangelizadores. Solo quien es renovado en su amor llegará ser auténtico discípulo misionero para la transformación del mundo.


Jesucristo sigue proponiéndonos un estilo de vida, un camino que merece la pena ser recorrido, sigue ofreciéndonos salvación. «La salvación que Dios nos regala es una invitación a formar parte de una historia de amor que se entreteje con nuestras historias».


Es necesario, por tanto, “hacer experiencia” cristiana, y para que haya experiencia cristiana es necesaria una propuesta oral, precedida siempre del mejor testimonio.

“Dios te ama”, esta es la primera verdad que queremos compartir. Él se acerca a ti como un padre misericordioso, que conoce tu historia, tu vida, todo aquello que te carga, pero también tus esperanzas y tus deseos de felicidad. Para él eres realmente valioso, le importas porque eres obra de sus manos. No le importan tus caídas, y siempre está ahí para levantarte.


“Cristo te salva”, y ésta es la segunda verdad, que Cristo entregó su vida en la cruz para salvarte. Déjate salvar por él, porque «quienes se dejan salvar por él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento». Experimentar la salvación que Jesús te ofrece, es experimentar la libertad plena, es vivir la alegría desbordante.

“Él vive”, ésta es la tercera verdad. Precisamente porque él vive, puede hacerse presente en tu vida, en tu historia y te acompaña vayas donde vayas. Si él vive, entonces la muerte ya no tiene la última palabra, sino que la última palabra la tiene la vida.


«Si alcanzas a valorar con el corazón la belleza de este anuncio y te dejas encontrar por el Señor; si te dejas amar y salvar por él; si entras en amistad con él y empiezas a conversar con Cristo vivo sobre las cosas concretas de tu vida, esa será la gran experiencia, esa será la experiencia fundamental que sostendrá tu vida cristiana».


Te deseo que vivas tu juventud con profundidad y autenticidad, que vivas la alegría del encuentro con Jesús, que te ama y te cuida, y puedas contagiarlo a otros muchos jóvenes y así descubrir el auténtico sentido, el auténtico “para qué” de tu vida.

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