Hoy en día, es común tener una percepción de admiración como algo casi habitual. Deseamos alcanzarlo todo, ser todo y parecernos a todo. ¿A quién admiras? ¿Qué es lo que verdaderamente anhelas? Cuando consigues ser todo ¿Por qué sigues buscando?
Es innegable que como seres humanos, nos situamos siempre en una búsqueda constante de plenitud.
Plenitud por poder llegar a casa y sentirnos –en casa-, nunca mejor dicho. Plenitud por encontrar un trabajo y sentir tranquilidad, comodidad y autorrealización. Plenitud por tener una vida sana y tranquila.
Para qué engañarnos, eso nunca es suficiente, queremos más, mucho más. No terminamos de sentirnos plenos. Pasamos nuestros días preocupándonos por tomar decisiones “urgentísimas” como elegir entre una casa en la playa o en la montaña.
Una vez que tenemos la casa en la playa, volvemos a preocuparnos en otra decisión súper urgente, pensando constantemente en qué será lo siguiente. Tal vez, esta vez sea tener una casa en la montaña, porque parece que aún nos sigue faltando algo.
Cuando finalmente también conseguimos la casa en la montaña, volvemos a ahorrar y a pensar de nuevo qué será lo siguiente, qué más podemos hacer para estar aún más felices. Decidimos que esta vez, la inversión tratará en formación. Ahora en vez de tener una carrera, tendremos tres para “sentirnos mejor”. Sed, sed y más sed. ¡Cuánta sed tenemos!
Te estamos anhelando sin saberlo, Señor.
Hasta que no nos encontramos con Él, no paramos. Vivimos angustiados, sintiéndonos insuficientes, queriéndolo todo, admirándolo todo, pareciéndonos a todo.
No nos paramos a pensar en que con Cristo en nuestra vida, en cada uno de nuestros corazones, lo tenemos TODO. Lo teníamos todo incluso antes de venir a este mundo.
A primera vista, esta idea puede parecer contradictoria. Después de todo, si tenemos recursos suficientes para tener esa vida perfecta, ¿no deberíamos aprovechar esa oportunidad para tenerlo todo?
Sin embargo, es cuestión de probarlo, después de comprarlo todo, ¿por qué seguimos buscando más?
La emoción del chalet en la playa es efímero.
La emoción de la casa en la montaña es efímera.
La emoción de ser un supercrack vuelve a ser efímero.
La emoción de amar sinceramente, abrazando el amor en todas sus formas y convirtiéndolo en nuestra filosofía de vida, nos abre a un sinfín de experiencias maravillosas y transformadoras.
Descubrimos además el verdadero significado de la vida y encontrando nuestra razón de ser en este mundo. Prestando más atención a este tipo de cosas y viviendo desde la postura del amor es, por tanto, una elección que no merece la pena, merece la vida.
Tras esta reflexión, soy de las que creen que una verdad teórica no sirve para nada. Por ello, te invito a que tú también des testimonio de todo lo que Dios está haciendo en tu día a día.
Hace un par de semanas tuve la suerte de conocer “En busca de sentido” de Radio María España. Un programa dirigido por Bárbara Meca, que busca dar luz y alegría a través de testimonios y relatos de conversión. Por un lado, puedes recibir el programa cada mes y/o puedes participar contando tu testimonio. Os comparto el programa por si puede ser de vuestra ayuda.