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Voluntariado, orígenes en la Biblia

Al comenzar el curso académico, es interesante reflexionar sobre todo lo acontecido a lo largo del período anterior para asentar los nuevos caminos a emprender.


Desde mi experiencia en el campo del voluntariado universitario, hoy puedo recordar esos primeros meses de septiembre y octubre anteriores, cuando se incorpora el nuevo estudiantado a la Universidad. Llegan buscando anclarse, de alguna forma, a algo sólido, algo que le permita sentirse acogido, en ese nuevo mundo desconocido que es la Universidad.

También llegan aquellos que, próximo a finalizar su titulación descubren que no tienen los famosos créditos ECTS o CRAU, y no podrán leer su TFG, apurados buscan recursos fáciles, rápidos y gratis para conseguirlo. Hay otro tercer grupo, y es aquel estudiantado que ya conoce el voluntariado y lo ha vivido desde el corazón, compartiendo su tiempo con amor, dignidad y ética, a la vez, que ha disfrutado en ese compartir.

Resumiendo mucho, este es el panorama al principio de curso en el servicio de voluntariado, y la suerte, es que hay respuesta para todos los grupos.


La Ley 45/2015, de 14 de octubre, de Voluntariado y la Ley Orgánica 2/2023 de 22 de marzo del Sistema Universitario, marcan los puntos básicos para que los valores del ser humano, la tolerancia, la humildad, la justicia, el apoyo mutuo, el fomento de la equidad, el altruismo, el respeto, (…), se desarrollen a lo largo de la vida universitaria, ya que grandes profesionales, requieren para serlo, ser grandes personas. Este es el valor añadido a una profesión, que quien la ejerza tenga esos valores, y otros muchos, eso es lo que marca la diferencia para generar un mundo mejor, una humanidad más justa y al final más feliz.

El voluntariado es un motor que propicia el vivir desde el amor, donde la juventud, y a cualquier edad, una persona pueda encontrar el sentido a su vida. Es muy interesante, ver puntos de confluencia con aquellas bellas palabras pronunciadas por Jesús: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22:37-39).

El voluntariado es ecuménico. Cuando alguien consulta sobre voluntariado, las primeras preguntas van encaminadas a reflexionar, sobre que le gusta, que podría mejorar con su aportación, la disponibilidad, las necesidades propias y de la otra persona, sus competencias, habilidades, motivaciones, su compromiso…, no a su estado civil, ideología, etc, va hacia la esencia de cada ser humano. Si buscamos su homónimo en el cristianismo descubrimos que ecumenismo, proviene de la palabra griega “oikoumene”, que significa “todo el mundo habitado”, es la promoción de la cooperación y la unidad entre los cristianos. “Que todos sean uno” (Juan 17, 21).


Esta es una experiencia real, práctica, el ejemplo cada día lo vemos en Cáritas, dónde razas, religiones, ideología…, conviven en armonía y respeto, donde los jóvenes que realizan voluntariado desarrollan sus capacidades, y ponen en práctica esa celebre frase del presidente Thomas S. Monson: «Al levantarnos cada mañana estamos resueltos a responder con amor y bondad a cualquier cosa que nos pueda salir al paso», una vez más, el AMOR es la única verdad, lo único que nos hace avanzar.


Para ir terminando, y volviendo un poco atrás en este breve artículo, y especialmente dedicado al estudiantado universitario, retomo los términos “ETCS/CRAU”, y esa es una de las recompensas que la Ley de voluntariado establece, así le da un reconocimiento académico a las acciones de voluntariado, siempre que se cumplan las condiciones establecidas por las normativas en materia de ordenación universitaria. Por lo tanto, tu labor altruista, amorosa, te es recompensada académicamente, hasta un máximo de 6 ECTS/CRAU.


Además, encontrarás grandes verdades, te conocerás profundamente, crecerás, valorarás lo verdaderamente importante, crecerás y harás grandes amistades, y un día volverás por el servicio de voluntariado y dirás: “es cierto lo que dijiste: me he conocido mucho más, he crecido y me he divertido. Gracias, gracias, gracias, en lo que pueda seguiré colaborando”, y esa es la mejor de las recompensas, y sabes que la semilla ha prendido.

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